En el pasado debate de los candidatos
a la Presidencia de la República organizado por el Instituto Federal Electoral,
la polémica previa se dio por el empalme de éste en día y horario con un
partido de la liguilla del futbol mexicano, decantándose la cadena
perteneciente a Ricardo Salinas Pliego por no solo dejar de transmitir el
debate, sino además, reaccionando a las críticas que ello provocó con un reto
vía twitter, “El lunes hablamos del rating”. Desenlace: tuvo más rating el
debate que el futbol y la polémica postdebate fue el atuendo de la edecán del
IFE.
Esto viene a colación por la petición
que ha hecho el candidato de la izquierdo Andrés Manuel López Obrador y su
movimiento, perdón, quiero decir el movimiento
#YOSOY132 para que el debate sea transmitido en cadena nacional, ya que según
sus argumentos, esto contribuye a la democracia porque garantizaría que todos
tengan acceso al encuentro entre candidatos.
A éste respecto me surgen varias
inquietudes que he decidido compartir. ¿Realmente el transmitir el debate en
cadena nacional contribuye a la democracia?, ¿hasta que punto el derecho a
elegir que se quiere ver en la televisión o escuchar en la radio es trastocado
por solo tener la opción de ver y/o escuchar el debate?, ¿cuántos de los que
ven el debate podrán cambiar su decisión ya tomada?, etc. Existen más, pero
trataré de poner en el tintero estas tres para empezar.
¿Realmente el transmitir el debate en cadena
nacional contribuye a la democracia?
Cuando Hugo Chávez en Venezuela va a
dar un discurso, o cuando lo hacía y lo sigue haciendo Fidel Castro en Cuba
(quien de facto continua teniendo los medios oficialistas a su disposición),
éste es transmitido en cadena nacional y todos los ciudadanos TIENEN QUE VERLOS
Y ESCUCHARLOS.
Estos hecho que podrían enmarcarse en
algunas escenas de los libros de Suzanne Collins “(Los Juegos del Hambre”, “En
Llamas”) no contribuye a la democracia, sino a contrario
sensu, priva al ciudadano de ver otra cosa. Ojo, no estoy haciendo
una apología al desinterés político, pero la democracia conlleva el valor de la
libertad.
¿Hasta que punto el derecho a elegir
que se quiere ver en la televisión o escuchar en la radio es trastocado por
solo tener la opción de ver y/o escuchar el debate?
Decía que uno de los argumentos para
transmitir el debate en cadena nacional es asegurar que todos tengan acceso a
ver a sus candidatos confrontándose. Veamos, si un ciudadano de clase media que
tiene Cable, Dish o Sky desea ver algo
diferente al debate, tiene un abanico de opciones para hacerlo sin ningún
problema. Ahora, pongamos este mismo supuesto para una familia cuyos recursos
no les permite tener televisión de paga, por lo que están condenados a ver el
“canal de las estrellas”, y los de TVAzteca; a ellos solo les queda ver el
debate, quieran o no, coartando su libertad de elegir.
¿Cuántos de los que ven el debate
podrán cambiar su decisión ya tomada?,
Quizás esta sea la pregunta más
compleja de responder, ya que los datos duros que se tienen son, en todo caso,
inferencias y conjeturas. Sin embargo, existen mediciones de otros países que
demuestran que después de un debate no cambian gran cosa las tendencias, por lo
que el impacto no sería tanto.
Además, hay que aunar el efecto
“Pueblo Globero” como llamó José Vasconcelos a la gente que se distrajo con
unos globos que se soltaron cuando daba un discurso, ya que como mencioné en
supralíneas, al ciudadano le importó más el escote de la edecán que el debate
per se.
Y si como aderezo final, los
candidatos se dedican a cualquier cosa menos a las propuestas en el debate, me
pregunto ¿realmente es necesario que éste se transmita en cadena nacional?
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