Con
la muerte del ex Presidente de origen colimense, Miguel de la Madrid, se dieron
una serie de comentarios de como sería recordado su sexenio, pasando desde la
opacidad, el sismo de 1985 y, por supuesto, la crisis económica que marcó su
sexenio.
Un abogado con una maestría
en Administración Pública de Harvard, De la Madrid se proyectó a través de la
Secretaría de Hacienda y PEMEX a través de las filas del gobernante Partido
Revolucionario Institucional (PRI), convirtiéndose en su candidato presidencial
en 1982 y marcando la llegada de los llamados tecnócratas al poder.
Una vez concluido el sexenio de López Portillo, la situación
económica era desesperada. Él heredó un país en crisis, siendo su antecesor
irresponsable al haber dilapidado una bonanza petrolera, dejando a México en
bancarrota y con inflación de tres dígitos. Déficit del 16% del PIB, gastó de más
del 66% de lo presupuestado y un desempleo
abierto que en ese año alcanzó el 8% son algunas otras cifras nada llevaderas.
La
medicina de Miguel de la Madrid fue a vender o cerrar muchos de las empresas
estatales con números rojos, y abrir la economía al mundo exterior, ya que en
1986 México ingreso al Acuerdo General sobre Aranceles Aduaneros y Comercio
(GATT), el precursor de la actual Organización Mundial del Comercio, todo esto
por presiones de Estados Unidos y el Fondo Monetario Internacional,
condicionando los apoyos para solventar la crisis que atravesaba el país, lo
que después de décadas de proteccionismo estatal, fue una autentica revolución.
El problema más grave al que se enfrentó de la Madrid, en
términos económicos, fue el de la deuda externa, cuyo monto ya era de 91 mil
552 millones de dólares, lo que significaba el 53 % del PIB. En los dos últimos
años del gobierno de López Portillo el país incrementó su deuda con el exterior
en 27 mil 319 millones de dólares, equivalentes a un 42% con respecto a los 64
mil 233 millones de 1980.
Lo verdaderamente complicado de la deuda era que el 46 % estaba
contratado para ser pagado en tres años o menos, y el 27 % era cobradero en
1983, por lo que de hecho era impagable, ocasionando que el gobierno mexicano
se viera forzado a suspender su servicio de deuda en 1982.
La solución inmediata fue renegociar la deuda para extender los
plazos y, de ser posible, bajar intereses y lograr descuentos, por lo cual el
país quedó a merced de sus acreedores que no estaban dispuestos a pactar
mientras el gobierno mexicano no comenzara a implantar reformas económicas
estructurales, lo que llevó a la ya mencionada en supralíneas, entrada de
México al GATT, suceso que muchos coincidimos como el inicio de nuestro país en
la era de la globalización.
Sus primeras medidas consistieron en un combate franco a la
inflación, lo cual se notó en el cambio de discurso de gobierno. Se creó el Programa
Inmediato de Reordenación Económica (PIRE), mismo que buscaba combatir la
inflación, la inestabilidad cambiaria y la escasez de divisas, proteger el
empleo y la planta productiva.
A mitad de la presidencia de Miguel de la Madrid, el país fue
golpeado por un terremoto que mató a casi 20,000 personas en los alrededores de
la Ciudad de México. Ese día en 1985 fue el más dramático de una presidencia
que algunos han catalogado como "gris". Esa misma opacidad hizo que
la ciudadanía se diera cuenta que los cambios empiezan en la sociedad, por lo
que en una muestra de organización, movilización, verdadero nacionalismo y
hermandad, los mexicanos se organizaron como nunca antes lo habían hecho para
conformar brigadas de rescate ante la ineptitud del gobierno. Diría Jorge G.
Castañeda en su libro, “Mañana o Pasado, El Misterio de los Mexicanos”, parece
que necesitamos grandes desgracias para unirnos.
En la parte política también tuvo un hándicap. El PRI, que gobernó
a México prácticamente sin oposición desde hace medio siglo, se enfrentó a la
competencia más audaz. El Partido Acción Nacional ganó un puñado de alcaldías
importantes en el norte.
En 1988, fue artífice de la dudosa "victoria" de
Carlos Salinas, su sucesor elegido ungido como presidente. Azorados
funcionarios electorales culparon a los equipos de conteo, diciendo que había
habido una "ruptura del sistema".
Este fue Miguel de la Madrid Hurtado.
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