viernes, 12 de agosto de 2011

Resumen del libro “El Malestar en la Globalización” de Joseph Stiglitz


I. “La Promesa de las Instituciones Globales”

En este primer capítulo, Stiglitz comienza contextualizando lo que ha dejado la Globalización, es decir, algunos de sus beneficios, entre los que destacan:
·         Incremento en las exportaciones
·         Enriquecimiento de países
·         Mayor acceso a la información y educación
·         Mayor presencia de grupos de activistas en el mundo por medio del Internet
·         Condonación de de deuda a países del tercer mundo
·         Ha reducido la sensación de aislamiento
Al mismo tiempo, se acentúa que en todas las reuniones que han convocado los organismos internaciones que llevan las riendas de la globalización, han sido objetos de conflictos y batallas, donde inclusive ha costado la vida manifestantes.
Asimismo, el autor indica que todos los países del tercer mundo tendrán que aceptar la globalización aunque se resistan a ella. Sin embargo, se deja una pregunta abierta, ¿cumple la globalización con las promesas del beneficio económico?
En cifras que cita el mismo autor, se tiene que 1,200 millones de personas viven con menos de un dólar al día, indicando que gran parte de este problema reside en que los países del tercer mundo atraviesan por crisis políticas, sociales y económicas que ahuyentan la inversión.
En este capítulo, el autor relata un poco de la historia económica moderna al hablar de cómo se fue construyendo la globalización y la importancia en su participación que tuvieron las instituciones internacionales como el Fondo Monetario Internacional, Banco Mundial y la Organización Mundial del Comercio.
Los países del primer mundo exigieron a los países pobres que abrieran sus fronteras comerciales, mediante la eliminación de las barreras al comercio exterior, manteniendo los primeros dichas restricciones.
En el continente Americano, tanto en el sur como en el centro, se comenzaron a dar golpes de estado, violencia urbana, conflictos políticos y sociales, esto al igual que en el continente Africano.
Ante estas crisis, organismos internacionales como el Fondo Monetario Internacional otorgaron préstamos financieros a cambio de que los países firmaran cartas de “condicionalidad” para asumir como recetas las políticas económicas dictadas por los países ricos a los de la periferia, situación que posteriormente encontró su parte más importante con el Consenso de Washington.
Es precisamente en esta parte de la lectura donde Stiglitz se plantea si todo esto ha sido por culpa de la globalización, para responderse que per se la globalización no es buena ni mala, sino que depende quien la controle.
El autor define a la Globalización como aquella que “Consiste, básicamente, en la integración más estrecha de los países y pueblos del mundo, provocada por la reducción de los costos del transporte y la comunicación, y el desmantelamiento de barreras artificiales a los flujos de bienes, servicios, tecnología, conocimientos -en menor grado-, y personas a través de las fronteras.”
Para Stiglitz, este fenómeno fue impulsado por los tres grandes organismos internacionales el Fondo Monetario Internacional, Banco Mundial y la Organización Mundial del Comercio, los cuales indica, responden a los intereses del grupo de países más ricos del mundo.
“las políticas de las instituciones internacionales demasiado a menudo se ajusten en función de intereses comerciales y financieros de los países industrializados avanzados
La “Promesa de las Instituciones Globales”, se titula así ya que en la opinión de Stiglitz estas instituciones no han cumplido su misión de ayudar a los países pobres, sino por el contrario, estas han respondido a los intereses particulares de los países ricos.

II. “Promesas Rotas”

En continuación y concordancia con el primer capítulo, aquí versa sobre el rompimiento de las promesas de estas organizaciones internacionales para con los pobres del planeta tierra.
Para el autor, estos organismos internaciones aplican políticas económicas como si fueran recetas, es decir, no se realiza un estudio de las necesidades de cada país.  Sobresalen el uso de políticas monetaristas que solo buscan detener la inflación.
Se ponen ejemplos como el caso de Etiopía, país recibe donaciones ya que lo que produce es menor a lo que consume, y además requiere ayuda social para construir escuelas y clínicas. Esto a pesar de que la ayuda internacional es inestable, por lo que este país se reveló a las políticas del FMI.
Stiglitz menciona que no los modelos aplicados por el FMI no aplican a la mayoría de los países subdesarrollados.
Según Stiglitz, existen razones principales por las cuales fracasa la condicionalidad:
·         La fungibilidad, El dinero que ingresa a un país para un objetivo específico puede no guardar relación con el objetivo y sus acciones realmente realizadas.
·         Las condiciones generalmente son erróneas, por ejemplo, la liberalización de los mercados financieros de Corea, políticas que no se adaptan al país.
·         El procedimiento erróneo del FMI: Antes de visitar un país redactan un borrador de informe, con la visita al país se ajusta y se dan recomendaciones. Existen ya informes y/o párrafos predeterminados los cuales se varían levemente; a estos informes Stiglitz les llama informes de "Talla única".
En mi opinión, el autor busca un salvoconducto o lavarse las manos de las políticas del FMI, ya que al principio de la lectura trata de promocionar todos los intentos que realizó por cambiar las políticas del organismo, pero considero que con el poder que el tenía pudo haber hecho más que escribir un “best seller”.

III.“¿Libertad de Elegir?”
Este capítulo resulta interesante ya que el autor deja percibir de manera somera su ideología, ya que si bien no la defiende abiertamente, si habla de la importancia de la privatización.
Obviamente, él critica a los gobiernos que no han podido llevar a cabo de una manera eficiente sus procesos de privatización, ya que indica que “Los gobiernos podrían mejorar sus políticas económicas, sobre todo si dieran margen a las privatizaciones de empresas y se encargaran de proveer servicios públicos esenciales en vez de administrar empresas.”
Para él, el problema es que muchos gobiernos ven a la privatización como un fin y no como un medio, lo que ocasiona que excluyan políticas de bienestar social. El error para Stiglitz de estas instituciones, es que presionan para una rápida privatización de los países subdesarrollados, además de que se dejan guiar por principios teóricos neoclásicos.
Otro problema que acarrea la privatización es el del desempleo. Al necesitar empleados jóvenes, despiden a los de mayor  antigüedad con bajas indemnizaciones, y contrata a los nuevos por escasísimos sueldos. A esto se le suma una gran cantidad de costes sociales que rara vez se solucionan en poco tiempo.
En algunos países, las privatizaciones han empeorado mucho las cosas ya que, generalmente, traen a una compañera de la mano: la corrupción.
Otro punto importante de este capítulo es el tema de la liberalización, ya que Stiglitz la define como “la supresión de interferencia pública en los mercados financieros, de capitales, y las barreras comerciales”.
El autor menciona que, inclusive para el FMI, Los efectos de esta política pueden ser perniciosos.
La aplicación de la liberización contribuyó a crisis financieras globales en la década del ’90, y fue devastadora en pequeños y pobres países. Por el contrario, los países del este asiático se fueron abriendo progresivamente a la liberización, y la globalización fue aprovechada para la exportación de sus productos
Como se plasmó en el Consenso de Washington, la inversión extranjera es sumamente importante y uno de los tres pilares de dicho Consenso. En muchos casos, la inversión extranjera ha cumplido un importante papel en muchos países, aunque los aspectos negativos son reales. A menudo, de la mano de dicha cooperación extranjera se instalan en un determinado país “multinacionales” que desplazan a las pequeñas y medianas empresas y tiendas o almacenes.
Si bien es cierto que muchas personas perderán sus fuentes de ingresos, las multinacionales ofrecen sus productos a bajos precios, lo que es provechoso para los “consumidores tercermundistas” que conviven a diario con la subsistencia. Pero para los críticos, no es éste el único punto de vista por analizar. En ausencia de estrictas leyes que regulen la competencia, a medida que las multinacionales vayan eliminando a sus competidores locales, reinará el monopolio, y los precios serán establecidos de acuerdo a sus intereses. Los benéficos “bajos precios” pasarán a ser sólo una ilusión.

IV. “La crisis del este asiático. De cómo las políticas del FMI llevaron al mundo al borde de un colapso global”
El 2 de julio de 1997 se hundió el bath tailandés, y así quedo inaugurada la crisis económica más grande luego de la gran depresión de 1930. La crisis se extendió a los países más cercanos y amenazó a América Latina y los Estados Unidos. Por desagracia, las políticas que quería implementar el FMI, y que de hecho implementó, sólo ayudaron a recrudecer y empeorar la situación. Esto llevó a miles de personas en el mundo a exigir la revisión no sólo de las políticas del Fondo sino también de la efectividad de la propia organización.
En perspectiva, las políticas del FMI no sólo exacerbaron los problemas en el este asiático sino que, de hecho, fueron las responsables de que aparecieran. Sin embargo, los países de la región se recuperaron con tal rapidez que se conoció al hecho como “el milagro del Este asiático”.
En el informe donde se explicaba este milagro se llegó a la conclusión de que los países asiáticos se habían recuperado por no aplicar ciertas políticas del Consenso de Washington. Muy por el contrario, esta recuperación se debía en gran parte al accionar de los estados. El “milagro” era en realidad ficticio; todo lo que habían hecho los estados del este asiático fue ahorrar e invertir correctamente.
La crisis no pareció afectar demasiado a Occidente, y la postura de Clinton fue la de restarle importancia al grave problema y, consecuentemente, no asistir económicamente para aliviar la situación. Esto provocó un descontento generalizado, sobre todo en Tailandia que en la Guerra de Vietnam había ofrecido un intenso apoyo a los Estados Unidos.
Por otro lado, los líderes del BM y el FMI compartían la postura de Clinton, mientras que los líderes de los países asiáticos con graves problemas estaban aterrorizados. Sabían qué medidas tomar para recuperarse pero, de ser tomadas, el Fondo los condenaría con la retirada del capital internacional.
Malasia fue el único país que se atrevió a enfrentar al Fondo y, “sorpresivamente”, la recesión de dicho país fue la más breve y menos profunda.
El problema en Corea fue prácticamente mediático (comenzaron a expandirse los rumores de que Corea no poseía reservas y los bancos extranjeros no les renovaron los préstamos), pero el problema en Tailandia fue algo peor. Los especuladores (que advirtieron la devaluación de la moneda local –el bath–), comenzaron a comprar U$S. Lo que sigue se sabe: el valor del bath cayó, y para esto el gobierno comenzó a vender sus reservas en U$S para evitar la devaluación de la moneda local. Pero llegó el momento en que el gobierno se quedó sin la divisa norteamericana e, inevitablemente, la moneda local se devaluó considerablemente.
A todo esto el problema se acrecentaba. A modo de respuesta, la comunidad internacional destinó 95.000 millones de dólares (55.000 millones para Corea, 33.000 para Indonesia y 17.000 para Malasia), con el propósito de que dichos países sostuviesen su tipo de cambio. Además, el dinero fue utilizado en parte para pagar las deudas de las empresas de estos países para con los prestamistas internacionales. Desgraciadamente, los más ricos comenzaron a comprar U$S a un cambio favorable y comenzó lo que se denomina salida o fuga de capitales, es decir, los más ricos sacaron sus grandes sumas de dinero para depositarlas en bancos internacionales.
Pero, claro está, estos préstamos traían consigo “condiciones” impuestas por el Fondo: en primer lugar se debían elevar los impuestos y, seguidamente, recortar el gasto público. Asimismo, se obligó la abolición de los monopolios y a una mayor transparencia. En fin, a cambio de ayuda, se debía renunciar a gran parte de la soberanía económica.
Pero la situación no parecía mejorar y las divisas siguieron perdiendo valor. El FMI culpó a dichos países de no aplicar seriamente las políticas recomendadas y, como era de esperarse, los inversores huyeron. Paralelamente, el PBI  se desplomaba y los bancos cerraban. Los paros se multiplicaban y los índices de desempleo llegaban a porcentajes altísimos. El crecimiento de la pobreza era incontrolable.

Bibliografía
STIGLITZ JOSEPH E., “El Malestar en la Globalización”, Ediciones Taurus, Madrid, España, 2002.

1 comentario:

Anónimo dijo...

200 Anos. Del tlc, beneficiios locales en el altiplano potosino, no se ven, quiza unos 3000 empLeos mal pagados, nunca. Comparables con el boom de la emigracion a USA